lunes, 12 de septiembre de 2011

Guerrera del averno

¿Acaso no la conoces?,
ha amado, venerado y matado al mismo hombre,
sin escrúpulos, sin reparo,
arrastrándolo a lo más profundo del orco.

Amasando entre sus manos la espada de la venganza,
clavando a cada paso del camino un puñal en su pecho,
lo seduce con esos labios impúdicos,
ojos castigadores incrustados en su rostro.

Atado de pies y manos confunde la revancha con la dicha,
y deja que los clavos, piedras y espinas claveteen su carne.
Persuadido por la belleza de la guerrera,
continúa reptando hacia la oscuridad.

Con una calma desmedida en la tranquilidad de la noche,
la guerrera se detiene, le contempla, rodea su figura,
observando como el sudor se mezcla con la sangre,
martirio plácido, tortura mundana.

Tensar la cadena y levantar su cuerpo afligido,
acerca los labios a su boca, siente el aliento incontrolado,
nota el deseo de ser sacrificado por esas garras,
espada de plata incrustada en sus entrañas.

Precisión celosa, fortaleza magistral,
amado, venerado, asesinado por la diosa de la penumbra,
yace su cuerpo en el averno, carroña de animales,
despojo del infierno.

A ti, vampiresa.