viernes, 29 de julio de 2011

Sobre el cuello de esa rosa negra

Sobre el cuello de esa rosa negra yace muerto tu instinto,
las espinas punzantes empiezan a relucir con los rayos del sol,
el tallo alargado de la flor permanece inerte,
sus pétalos oscuros se agrupan formando un capullo,
la luz comienza a tocarlos y se augura un frenético amanecer.

Se inicia el despertar de la rosa,
sus hojas se abren lentamente,
como si fuera la primera vez,
pausada, con calma, pero sin detenerse.

Las gotas de rocío resbalan por su "cuerpo",
abrazándola, acariciándola y
el tallo ya no permanece inmóvil,
se estira, se agita, se tambalea.

Unos dedos palpan su cuello,
lo aprisionan, el dolor es desgarrador,
cae un pétalo, otro se lo lleva el viento,
siegan su vida y una esencia comienza
a deslizarse por su tallo,
la han cortado, asesinado.

Ha amanecido y la vida se ha truncado.