lunes, 25 de julio de 2011

Saltar del precipicio

Difícil elección la de frenar o saltar sin saber dónde vas a caer,
sin saber quien te va a recoger,
pudiendo ser un monstruo o tal vez una princesa,
dudar qué hay más allá del precipicio,
y tener miedo,
ese miedo que te lleva a la curiosidad de sentir algo distinto,
que quizás te dé igual que sea un monstruo o una princesa,
que te llama a saltar o a frenar en el último instante.
Deseas que te empujen, que te ayuden a caer,
de tal forma que tu"vuelo" sea único, lento y placentero,
sin saber qué habrá al final del precipicio.
Y por fin, saltas, contienes la respiración y cierras los ojos,
caes rápido, golpeando contra tus pensamientos,
tus sentimientos, tus miedos y abres los ojos,
sientes que tu corazón se acelera, que tu cuerpo pesa,
y gritas, gritas tan alto que las gotas de sudor empiezan
a brotar en tus manos.
Chocas contra el viento y parece que estás llegando al final,
notas que se acerca el momento del impacto,
vuelves a bajar tus párpados,
y tocas el cielo.