lunes, 10 de octubre de 2011

Despedida de sangre


Casi sin darme cuenta,
te has acercado tanto a mi vida,
que siento como has llegado a chuparme la sangre,
como has lamido mi flujo sanguíneo,
llegando a necesitar de ti.
Habituada a tus letras, a tus mails...
me has succionado parte de mi alma,
del espíritu que me posee,
me has extraído la esencia medular,
acusando una profunda relajación.
Tus palabras se han convertido en parte de mi ser,
sintiendo un cálido placer cuando te leo,
jamás hubiera imaginado algo así,
salvaje, enérgico, sensual, oscuro...
Ahora me quedo sin sangre,
me pierdo quizás en esa oscuridad tuya,
derramando mi sangre por las comisuras de mis labios,
sin que nadie necesite absorberla.

Porque al fin y al cabo…
Perderé… aún me quede quieta…