jueves, 10 de noviembre de 2016

"No era el indicado, pero era mi favorito…"

"Había una cantidad de chicos que entraban en la clasificación de ¨los buenos prospectos¨ pero si, esos definitivamente no entraban en mi lista de conquistas, ¿qué podría decir a mi favor? Me atraía lo complicado, lo arriesgado, aquello casi imposible, me atraían los que eran libres, impredecibles, los extrovertidos, esos que se la juegan siempre y que claro, siempre terminan rompiendo el corazón, irónico ¿no?

Y entonces sin buscarlo apareció él con todas esas cualidades que me atraían. Que putas ganas de complicarme siempre la vida. Iba de error en error simulando que nada me importaba y no, no era una chica mala, simplemente había llegado al punto de decir ¡ya no más! Ya no más al amor, a las ataduras, a las heridas, a las ilusiones, ya no más a los buenos sentimientos (aunque en el fondo los siguiera teniendo), ¡ya no más!
 

Ahora buscaba algo diferente, buscaba adrenalina, un plus que me trajera de vuelta a la vida. Y corrí con la suerte de que él quisiera lo mismo… o al menos eso creímos al principio.

 
Al inicio solo eran encuentros casuales en reuniones con amigos, nada del otro mundo. Charlábamos, nos hacíamos bromas, nos confiábamos algunas cosas y aunque ninguno fuese un ejemplo a seguir, nos aconsejábamos. Un par de besos al finalizar el día, todo a escondidas cuidándonos del que dirán.
Finalmente llegamos a esa parte, esa en la que mi piel terminó fundida con la suya, una entrega total como la que nunca tuve jamás, era como si en verdad nos amaramos, besó centímetro a centímetro mi piel y yo exploré cada rincón de su cuerpo. Me encantaba su intensidad y al mismo tiempo sus tiernas caricias. Era un cabrón que todo mundo decía que no sabía amar, que jamás se había enamorado, pero entonces ¿cómo es que sabía hacer el amor tan perfectamente? Algo dentro de mí me decía que no era sexo solamente, lo sentí esa noche y sé que él también. La primera de muchas que compartiríamos.
 
Al siguiente día todo volvía a la normalidad, volvían las apariencias por aquello del que dirán, ¡que estupidez! No vivir sólo por las habladurías cuando lo cierto es que, hagas las cosas bien o mal SIEMPRE hablarán.

No lograba descifrar que éramos, lo cierto es que nuestra piel nos pedía a gritos otro encuentro. Su proximidad me inquietaba bastante, el solo roce de su piel me provocaba un mundo de sensaciones desquiciante.


Los días parecían eternos para el próximo encuentro. Sabía de sobra que lo nuestro era momentáneo, duraría solo un suspiro pero aun así quería vivirlo y disfrutarlo. Finalmente el día llegó, la espera se acabó, lo desvestí con gran rapidez y me entregué al ¨amor¨ cómo realmente no lo había hecho ninguna vez.
Y desde entonces, la escena se repitió una y otra vez. Cada vez fueron más nuestras ganas, cada vez fueron más los encuentros sin remordimiento, sabíamos que esto no sería eterno pero estando juntos nos olvidábamos del mundo entero y eso, eso era vivir. Su frialdad, su indiferencia y su nulo romanticismo me hechizaban, no era el chico que nadie deseaba pero era el chico que a mí me fascinaba, el que me sacaba de mi burbuja y de mi mundo color de rosa, el que me hacía pecar y ponía mi piel a temblar, ese era él… el demonio correcto.
¨Amantes de medio tiempo¨ eso fuimos. Con él podía sacar toda mi frustración y mi rabia, con él podía ser yo sin miedo a ser juzgada. No había ataduras ni compromisos, no había fechas especiales, detalles, ni –te amos- programados, no había esa lista de emociones que terminan por hacer mierda a un buen corazón, no había y no teníamos nada. Solo era nuestro deseo por pertenecernos en la piel aunque finalmente ese deseo te lleva a sentir el más grande de los sentimientos y cuando por fin lo pude entender, salí huyendo, lejos, muy lejos de él.
 
Terminé al lado de un buen hombre. Uno que me ama y al que amo. Uno con el que he construido algo sólido al pasar de los años, pero a pesar de ello nunca olvidé, nunca se olvida a ese amor que te hace estremecer, ese que te eriza la piel solo con deslizar las yemas de sus dedos en tu cuerpo, ese que su aliento en tu oído despierta hasta la más dormida de tus terminaciones nerviosas, ese que te hace vibrar y disfrutar como una completa loca.
Nunca olvidé nuestros días de pasión y entrega total y sí, es cierto, él no era el indicado, pero era mi favorito, tanto que aun a pesar de los años lo sigo recordando y es que los amores que nunca pueden ser, terminan perdurando más allá del infinito".

Autor: Stepha Salcas