Será por mi condición de exigencia
que a veces enfermo,
y es tiempo para reubicar lo que me rodea,
cubico las lágrimas y las sonrisas
sin acertar el lado de la balanza.
Postrada ante la tenue luz que invade mis ojos,
inclino la vista para no deslumbrarme,
mastico sutilmente el sabor del aire
y permanezco en silencio intentando
ayudarme.
Digerir el dolor como si de algo normal se tratara,
transmito mi percepción y descubro que duele,
que espanta, que sigue sumando ánimas
en mi día a día.